Por: Adrian Maglieri
El colectivo de mujeres que marchó por las calles de Buenos Aires el 3 de junio 2015 (por la primera gran movilización social bajo la consigna #Niunamenos) marcó un hito histórico, y lo hizo sabiendo que lo urgente son las muertes por femicidios (o feminicidios) sistemáticos, pero entendiendo también, que con esas movilizaciones, debían torcer definitivamente una estructura discursiva que las humilla diariamente desde la publicidad, las series de televisión, y los sistemas masivos de comunicación.
El cambio de paradigma que transita la sociedad argentina, impacta en el uso de un lenguaje diferente y puso el foco en la violencia simbólica que se despliega de manera sistemática los medios de comunicación, que se vieron obligados a reflejar estas situaciones, desde un cambio en sus discursos.
En los medios de comunicación masivos, es donde históricamente se observa un sesgo sustancial sobre la construcción de un estereotipo de mujer sexualizada, con el uso recurrente de ideas que la deshumanizan, o apareciendo en publicidades y programas de televisión como posesión del hombre, sin autonomía. Uno de los términos instalados para debatir esta nueva construcción (o deconstrucción) discursiva, es el de “cosificación”, que marca a la vez la des-humanización de lo femenino y la mención de la mujer como una cosa, como un objeto que puede utilizarse y descartarse, reflejado esto en publicidades y producciones televisivas. Esta cosificación o clasificación de la mujer en el lugar de los objetos, si bien no es nueva, se ha vuelto más relevante por el impacto de medios masivos hacia fines del siglo XX y el surgimiento de redes sociales en Internet. En una sociedad en donde predomina el consumismo, las mujeres han pasado a convertirse en muchos casos en una mercancía dedicada al disfrute, fugaz y descartable.
La característica principal de esta reiterada violencia simbólica, es que se impone sin necesidad de usar la fuerza o la coacción. La Ley N° 26.485 (bajo el nombre de “Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales”) la define como “aquella violencia que a través de patrones estereotipados, de mensajes, de valores, de iconos o de signos transmite y reproduce dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad”. La llamada “violencia mediática” a la que son sometidas las mujeres, se da entonces según lo conceptualizado y categorizado por la misma legislación:
«en la publicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra su dignidad».
La investigadora argentina Flavia Delmas, dice que “para visualizar cómo los medios tratan las noticias cuando las víctimas son mujeres, necesitamos pensarlos como dispositivos que van más allá de la noticia. Se trata de una construcción de sentido, de una red, de una trama presente en las publicidades, en las telenovelas, en las series” (Delmas, 2015).
Esta reducción permanente de la mujer en los discursos narrativos, deviene casi siempre en “cosificación sexual”, es decir, en representar o tratar a una persona como objeto sexual, ignorando sus cualidades y habilidades intelectuales y personales y reduciéndolas a meros instrumentos de otra persona. La cosificación sexual, es “la reducción de una mujer en su cuerpo o partes de éste con la percepción errónea de que su cuerpo o partes del mismo pueden representarla en su totalidad” (Bartky, 1990).
Por otra parte, Claudia Laudano, Investigadora en temas de Comunicación y Género de las universidad de La Plata (UNLP) afirma que “los medios de comunicación y las redes sociales, juegan un papel importante en la constitución del imaginario de género de una sociedad, pero en ese imaginario también inciden muchas otras instancias, como las instituciones escolares, laborales, familiares, religiosas y los espacios de participación y/o recreación, entre otras» (Laudano, C. 2015)
En los medios de argentina, existen muestras de un viraje cultural sobre la construcción de nuevos estereotipos, conmocionando las estructuras históricas de la relación entre géneros. En este cambio de paradigma, jugaron un rol central las audiencias, moviéndose en un nuevo contexto cultural, y la promoción de medidas tendientes a la equidad de género en medios audiovisuales, impulsadas especialmente desde organismos oficiales. En próximos artículos que publicaremos en Identidad Play, daremos cuenta de este proceso y de cuáles son sus cambios más destacados.
Referencias:
BARTKY, S. L. (1990). “Femininity and domination: Studies in the phenomenology of oppression”. NewYork: Routledge
DELMAS Flavia (2015) “Tramas de la violencia simbólica” Con X (N.° 1), pp. 19-45, octubre 2015. ISSN en trámite. FPyCS | Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Disponible en: http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/conequis
LAUDANO, Claudia (2015) en “Estereotipos: cómo los medios retratan a la mujer en el siglo XXI”, Publicación web, INFOBAE Argentina. En: https://www.infobae.com/2015/03/08/1714420-estereotipos-como-los-medios-retratan-la-mujer-el-siglo-xxi/ (Consultado el 6 de febrero de 2019)