Poco después de renunciar, el hijo de Cristina Kirchner mandó a realizar una encuesta para evaluar cómo cayó su decisión entre los bonaerenses.
El diputado Máximo Kirchner renunció a la presidencia del bloque del Frente de Todos en Diputados.
Ni economía, ni ideología. Supervivencia política. Así, de ese modo simple y descarnado, describen los dirigentes de La Cámpora la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque de Diputados del Frente de Todos. El golpe más mortífero de todos los que recibió Alberto Fernández en sus dos años de gobierno por parte del kirchnerismo.
La demonización del Fondo Monetario Internacional y del fantasma neoliberal son herramientas perfectas para el discurso público. Para la gilada, dirían en el barrio. Pero no mucho más. En privado, el círculo áulico de Máximo prefiere citar al Perón más pragmático: la única verdad es la realidad.
“Y la realidad es que Máximo cree que, salvo un milagro, el Frente de Todos no tiene chances de ganar en el 2023″, explica un kirchnerista que no cree en los milagros. Por eso, el hijo de Néstor y Cristina aceleró la construcción de su refugio político en la provincia de Buenos Aires.
Esta semana, horas después de dar a conocer su renuncia, Máximo mandó a realizar una encuesta para evaluar cómo cayó su decisión entre los bonaerenses. El ahora diputado raso, que siempre tuvo como plan A una candidatura presidencial, trabaja en un plan B más cercano a sus posibilidades. Una candidatura a gobernador, que le permita reagrupar a sus fuerzas y contenerlas en el caso de un eventual triunfo de Juntos por el Cambio.
La idea de Máximo Kirchner es encabezar un movimiento político más radicalizado dentro del peronismo. Y el entendimiento del Gobierno con el Fondo Monetario Internacional, para firmar un acuerdo de facilidades extendidas en marzo y pagar la deuda de la Argentina, le vino como anillo al dedo para despegarse de Alberto Fernández. Y tomar distancia de las ideas de Martín Guzmán, a quien llama “Martincito” y a quien no le reconoce los méritos suficientes para ser ministro de Economía.
El argumento central de la renuncia de Máximo a la jefatura del bloque oficialista es que no quería defender y menos votar un acuerdo por el que Argentina se compromete a ajustar el gasto para reducir el déficit fiscal, a frenar la emisión monetaria para bajar la inflación y a subir las tarifas de los servicios para recortar el tsunami de subsidios estatales. Y esa es la propuesta de Guzmán.
El presidente Alberto Fernández impulsó a Máximo Kirchner en el PJ bonaerense.
Cuál es la base de poder de Máximo Kirchner
La base de sustentación de Máximo Kirchner es La Cámpora y el Instituto Patria, con las cuatro cajas fundamentales que le permiten financiar la actividad política de sus dirigentes en todo el país. El PAMI (Luana Volnovich), la ANSES (Fernanda Raverta), Aerolíneas Argentinas (Pablo Ceriani) e YPF (Pablo González) tienen entre sus directivos a decenas de dirigentes que le responden a la vicepresidenta, Cristina Kirchner, pero que generacionalmente acompañan el proyecto político de su hijo.
A ellos se suman unos 20 diputados nacionales, 10 senadores nacionales y más de 30 legisladores provinciales bonaerenses. “Son jóvenes, tienen plata y un proyecto clarísimo”, explica un sindicalista que ha preferido no confrontarlos en circunstancia alguna.
El proyecto de Máximo para quedarse totalmente con la Gobernación bonaerense no es nuevo. Por eso le apuntó a la presidencia del PJ Provincial y terminó acompañando la movida para facilitar una nueva reelección de los intendentes, la verdadera columna vertebral del peronismo en el conurbano. Al principio, la intención era competirle a los barones en sus territorios con candidatos de La Cámpora, pero ahora la prioridad es aguantar los trapos en la Provincia. Y todo vale cuando se trata de sobrevivir.
Los grandes aliados de Máximo entre los intendentes peronistas son Fernando Espinoza, quien gobierna el distrito clave y gigante de La Matanza y que juega en tándem con la vicegobernadora y también matancera, Verónica Magario. Y el otro gran soporte es Martín Insaurralde, quien dejó la intendencia en Lomas de Zamora para hacerse cargo de la Jefatura de Gabinete provincial después de la traumática derrota del Frente de Todos en las PASO del año pasado. Nicolás Mantegazza (San Vicente) y Mariano Cascallares (ex de Almirante Brown) juegan en el mismo equipo.
Cristina y Máximo Kirchner estuvieron detrás del giro de Kicillof.
La intervención sobre Axel Kicillof
La intervención del gobierno de Axel Kicillof es otro de los puntos clave en la evolución del proyecto de Máximo Kirchner para ir por la Gobernación. Además de Insaurralde como Jefe de Gabinete, el kirchnerismo (en alianza con Sergio Massa) impuso al ex intendente Leonardo Nardini como ministro de Infraestructura y Servicios, y a Cristina Alvarez Rodríguez como ministra de Gobierno, desalojando de la primera línea de la gestión provincial a varios funcionarios de confianza del Gobernador.
Claro que hubo algo peor que las modificaciones burocráticas con las que el kirchnerismo bombardeó al gobierno de Axel. Fue la reunión de seis horas en El Calafate en la que Cristina le marcó al gobernador los errores de la gestión que llevaron a la derrota electoral. La Vicepresidenta hizo trascender los detalles del encuentro sin ahorrar en el relato ni las tensiones ni los gritos que le dedicó a Kicillof.
El gobernador supo entonces que sus ilusiones de competir por la Casa Rosada en 2023 quedaban truncas. Ahora sabe también que, además del desafío de la oposición que tendrá el año próximo, le espera el proyecto que Máximo arma para reemplazarlo. Y, por sobre todas las cosas, ha comprendido en carne propia que Cristina acompaña desde el primer momento la iniciativa de su primogénito.
El síndrome de Estocolmo que domina a la mayoría del peronismo desde hace casi dos décadas, no ha doblegado a todos en la provincia de Buenos Aires. Firme ante la ofensiva de Máximo Kirchner resiste el intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray. Se opuso a que se convirtiera en titular del PJ Provincial y llevó esa batalla a la Justicia cuando ya no pudo impedir su avance en la estructura partidaria.
Después de un primer fallo en contra del juez electoral, el kirchnerista Alejo Ramos Padilla, Gray fue a la Cámara y logró que la disputa pasara a la Corte. Allí está el reclamo entonces, justo cuando arrecia la ofensiva del kirchnerismo contra los jueces supremos. Se sabe que el Máximo Tribunal no tiene apuro para definir este tipo de conflictos, pero dos de ellos (aún sin conocerlo) se hicieron unos minutos para saludarlo a Gray por el año nuevo. Para los ingratos que dicen que la Justicia no tiene corazón.
En esta semana, Gray también recibió la visita de los tres secretarios de la CGT: Héctor Daer, Carlos Acuña y Pablo Moyano, quizás el más cercano hoy a Máximo Kirchner. Pero el intendente rebelde de Echeverría no se hace ilusiones. “Me sigue asombrando el silencio del peronismo”, les ha dicho a los muchos gobernadores e intendentes que lo llamaron a cambio de que guarde el secreto.
Así son las cosas. Ninguno de ellos se ha expresado públicamente para decir algo sobre la renuncia de Máximo Kirchner en la Cámara de Diputados, que conmovió al Presidente y al país en llamas. Un día es el dólar blue, al otro la ejecución de una bebé en Rosario a mano de sicarios narcos y ayer las drogas envenenadas en el conurbano.
Si quiere ser gobernador, el hijo de la Vicepresidenta tiene suficientes materias de Estado para aprender mientras las intrigas consumen el espíritu de ese inconmovible laboratorio del poder que es el peronismo.