En un acto por el Día del Ejército, el Presidente de Brasil volvió a reivindicar el golpe de Estado de 1964 y elogió al ex Jefe del Ejército por participar de la crisis de 2016.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, reveló que la jefatura del Ejército brasileño estuvo vinculada al proceso de salida del poder de la expresidenta Dilma Rousseff, destituida tras un juicio político en 2016.
En un acto por el Día del Ejército, el jefe del Estado reivindicó nuevamente el golpe de Estado de 1964 que instaló una dictadura de 21 años y repasó el rol de la fuerza a lo largo de la historia y manifestó que durante la crisis de 2016 el entonces jefe del Ejército, general Eduardo Villas Boas, tuvo una «participación» en la crisis que derivó en la caída de Rousseff y la asunción del vice, Michel Temer, durante dos años.
Es la primera vez que Bolsonaro vincula al Ejército con el proceso de destitución de Rousseff.
«El Ejército estuvo en todos los momentos difíciles por los cuales ha pasado Brasil», dijo citando la declaración de la Independencia de 1822, la represión al movimiento comunista de 1935, el golpe de 1964 y en 1986, durante el gobierno de José Sarney, con una «transición con los militares y no contra los militares».
«Y también ahora en 2016, en otro difícil momento de nuestra nación, la participación del comandante del Ejército Villas Boas marcó nuestra historia», resaltó el mandatario brasileño sobre el general hoy retirado y asesor del presidente, víctima de una enfermedad degenerativa, quien estaba presente en el acto que se realizó en Brasilia
En 2018, cuando era jefe del Ejército, Villas Boas amenazó a la Corte Suprema desde Twitter cuando el Supremo Tribunal Federal debía tratar un habeas corpus para determinar la liberación del expresidente Luiz Inácio Lula d Silva, preso en una causa luego anulada por manipulación y persecución política, en el marco de la Operación Lava Jato.
La reivindicación al rol de Ejército a lo largo de la historia brasileña ocurre luego de que se conociera que audios de los jerarcas militares del Supremo Tribunal Militar que juzgaba a los presos políticos en la dictadura en los que admiten la existencia de violaciones sistemáticas a los derechos humanos de los brasileños por parte del régimen de facto.
En el acto por los 374 años de la creación del Ejército, Jair Bolsonaro sostuvo: «Los intentos de tomar el poder, los cambios en nuestra forma de gobierno y las alteraciones a nuestra forma de vivir, eso es inadmisible en todos los momentos de la historia de las Fuerzas Armadas».
Ex capitán del Ejército, que lo pasó a retiro anticipadamente por mala conducta, el Presidente brasile saludó la participación de las Fuerzas Armadas en el proceso para las elecciones del 2 de octubre, en en el acto al que acudió el titular del Tribunal Superior Electoral, Luis Barroso, juez al que el presidente acusó de intentar manipular las elecciones.
«Las Fuerzas Armadas no dan mensajes, ellas están presentes. Saben como actuar, saben lo que es mejor para el pueblo, para el país. Tienen participación activa en la ley y el orden, de nuestra soberanía y del régimen el cual el pueblo quiere vivir. Ese régimen, por encima de todo, es nuestra libertad», aseguró.
Bolsonaro elogió al juez Barroso por haber convocado a las Fuerzas Armadas a la justicia electoral y bajó el tono sobre posibles irregularidades en su contra. «No podemos jamás tener elecciones en Brasil que tengan un halo de sospecha. Tengo seguridad de que las elecciones transcurrirán en modo normal», afirmó.
El mandatario está preparando su candidatura por el Partido Liberal, llevando como vice, por ahora 90% confirmado, al general de brigada retirado Walter Braga Netto, exinterventor de Temer en el estado de Rio de Janeiro y su exjefe de gabinete y exministro de Defensa.
El actual presidente saltó a la fama mundial como un diputado ultraderechista que en su voto parlamentario contra Rousseff reivindicó las torturas recibidas por la entonces mandataria, del Partido de los Trabajadores (PT), que había sido sometida a tormentos durante 22 días seguidos en los tres años que pasó como prisionera política.