Perón, está exiliado en Caracas y corre el año 1956. Ha pasado un año del golpe militar, y el general reflexiona sobre la historia argentina. Entre la penumbra del encierro que sabe será indefinido, está solo y desorientado, tanto como sus seguidores. El gran acierto de la interpretación del Perón de Marcelo Rodriguez, es la construcción de un sujeto humanizado, habitando un ambiente sombrío, tan abrumado por la realidad política de su país, como por su situación personal.
La obra “Perón en Caracas” (viernes 20.30 hs en ITACA, Complejo teatral) comienza con un actor que termina de transformarse frente al público, colocándose una peluca y retocándose la cara, para convertirse en minutos, en el expresidente de un país, que se siente a la deriva, pero tiene al mismo tiempo una enorme responsabilidad política. Es la responsabilidad de guiar, de responder a sus militantes que esperan definiciones y órdenes concretas, las indicaciones de un líder que está exiliado a la distancia, y que tiene como única herramienta de acción, su propia palabra.
Al mismo tiempo, las luces y la escenografía de la habitación en donde pasa sus días el general, contribuyen a mostrar un clima agobiante y de encierro, tanto como esa misma época, comenzaba a significar para una Argentina de persecuciones, prohibiciones y lucha por el retorno al poder del peronismo.
Desde lo humano, a Perón se lo pincela apesadumbrado por ciertas dolencias físicas y achaques de su edad. Se lo ve solo y abandonado a su suerte, casi al extremo contrario de lo que pudo construir en sus horas más gloriosas en el poder, de ese país que cambiaría para siempre.
Con una máquina de escribir, trata de plasmar un plan, una estrategia de los pasos que deben seguirse. Sus palabras (fragmentos de textos reales) serán visualizadas por el público en una pantalla gigante que está en la habitación, y al mismo tiempo, leídas por otros (en off, Carlos Portaluppi, Marcos Montes, Pasta Diguardi, Victor Hugo Morales, Osmar Nuñez, Maria Fiorentino y Alejandra Darin, en distintos momentos) traídas al presente, reinventadas y reinterpretadas en una actualidad también incierta, de mucha indefinición.
El Perón de aquel exilio, debe definir, escribir y enviar notas y cartas a militantes y gremialistas que esperan respuestas urgentes. Son tiempos de incertidumbre, de persecuciones, de dispersión y de angustia. ¿Cuáles tiempos? ¿aquellos? ¿éstos?. Y ahí aparece quizás uno de los mejores aciertos del texto de Leónidas Lamborghini, que dirige Guillermo Ghio. Es que, la urgencia de transformar esas palabras que necesita el hombre político en acción concreta, se repite y se reitera antes y ahora. Los tiempos históricos, son atravesados con la velocidad de una centella, ya que, impulsado por escribir un libro “Los Vendepatria”, atraviesa con su reflexión hasta estos tiempos, arrojando una vigencia que no deja de sorprender.
La esperanza, esa que siempre está guardada en algún lugar, la esperanza que acompaña al pueblo argentino, tendrá la forma simbólica de una música lejana y perdida que irá tomando intensidad con el correr de la obra. Los acordes que suenan en principio, alejados y desparejos, esos que parecen perderse, luego tomarán fuerza y una mejor armonía.
Siempre se vuelve. Como el “Perón vuelve” de los setenta y el “vamos a volver” del siglo XXI. La esperanza, es que de las cenizas siempre renace una misma canción que se repite y muchos terminarán entonando.
No apta para “gorilas”, “Perón enCaracas”, los viernes, 20.30hs ITACA Complejo teatral Humahuaca 4027 – Almagro https://www.instagram.com/itacacomplejoteatral/
ADRIAN MAGLIERI @antimedio
Para @identidadPLay
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